Monday, June 24, 2013

Choque cultural, todavía

Todavía no se me va el choque cultural.


Hace un rato mostraron por TV una larga fila de gente esperando que, desde un camión del gobierno, les dieran bolsas de comida que se repartían.

Es en una zona al sur de Chicago, al lado del barrio Pulman - sí, el mismísimo Pullman que inventó los asientos pulman para ferrocarriles y que inventó un barrio perfecto, donde quedaba la fábrica y muchas manzanas con casitas para los obreros. Había tiendas y supermercado, pero … les pagaban con fichas que solamente podían usarse en esos comercios dentro del barrio. De ahí, no podían salir. En 1894 Pullman quiso rebajar los salarios, y se armó la huelga. Trataron de traer rompehuelgas, sin éxito, y al final el gobierno tomó las riendas y mandó a parar. Hubo heridos y muertos. La cosa empezó en Detroit pero llegó a Chicago.

Ahora Pullman es un barrio donde no viven blancos, pero los negros son de clase ligeramente media. Al lado de ese barrio, se armaron varios tipo Cantegril/Villa Miseria, donde por supuesto también son negros pero mucho más pobres. Eso cambió bastante el estado físico del lugar. El primer domingo de cada mes el barrio se abre, y los blancos vamos a mirarlo como si fuera un zoológico. Se puede entrar a varias casitas, ya remodeladas y hay unos tours de lo que queda de la fábrica.

La zona cercana al barrio es más bien baja, algo lodosa y hay ríos que se salen de madre en lluvias grandes. Hubo varias en esta primavera y esa zona sufrió las consecuencias de las inundaciones de hace un mes.

Una periodista estaba entrevistando a una señora (con las características físicas esperadas, incluido color, edad, gordura, y seguramente diabetes) que explicó muy tristemente que había perdido mucho. -¿Cómo qué? preguntó el periodista – Y, perdimos el lavarropas, el secarropas, los dos televisores, el sofá, la mesa de billar …

Y ahí ya me dio esa cosa. No sé por qué todavía me sorprendo. Los pobres de aquí son menos pobres, al menos en ‘cosas’, que los de nuestros países. En los barrios de Chicago con esas características no hay supermercado de productos frescos ni nada parecido, pero hay McDonalds y pollo frito en cantidad. Nadie cocina ni piensa que debe hacerlo. Viven del ‘welfare’ (ayuda estatal), que incluye bonos de comida, por lo que en los supermercados me da el ataque de ver cómo compran comida ya hecha y congelada, con gusto a cartón y sin nutrientes. Dado que son desocupados, no es por falta de tiempo. Pero la cultura está contra ellos y no parece que se pueda encontrar alguna solución. Y así seguimos.