Tuesday, January 11, 2011

1999- Respuesta de Jorge a algún relato..

(Aparentemente le avisé que perdí en el ciberespacio alguna cosa, y me asegura que él tiene todo guardado).

En cuanto a tu relato, me resultó MUY entretenido y divertido. Me parece que es hora de que pases a otro nivel, y te dediques a trabajar esas historias para darles una terminación, algo a nivel de publicación. Si querés, puedo tomarme el trabajo de hacer una crítica menuda, señalando defectos y virtudes, de modo que puedas encarar con ciertas herramientas la tarea. Me refiero tanto a este relato como a los anteriores, e incluso cosas que tengas por ahí guardadas.

Puedo reenviarte tanto las consignas como las evaluaciones, y tal vez encuentre algunos mails sobre el tema que se enviaron fuera de taller. Pero me gustaría saber que estás en condiciones de guardar y backupear todo como corresponde. No sé si tus ejercicios y relatos propiamente dichos también los perdiste; puedo enviártelos también. Espero órdenes
.



Besos, JMVL

Ahora voy a juntar lo que tengo y lo mando; si es mucho lo zipearé, si no irán como mails sueltos.
El comentario de tu relato te lo sigo debiendo; tiempo al tiempo.

Besos, Jorge.

2000 - Comentarios de Jorge a 'Papelitos arrollados'

Lo interesante acá es que Jorge aún no se hacía a la idea de que el chat sería palabra universal, y casi suplantaría 'conversación'. Viendo el panorama ahora, en el 2011, da sensación de ternura, de respuesta de alguien de otra generación.

Mi mensaje:
Prometo contestar a tus comentarios. Lo primero que se me ocurrió es -¿por qué vivís protestando porque las historias son cortas? ¿Qué tiene de malo que sean cortas???????? ""Papelitos arrollados no pretendió siquiera ser una historieta. Fue escrita de un tirón, casi sin revisar.

Respuesta de Jorge:
No digo que sean cortas, sino que no están completas. El cuento más corto del mundo, del guatemalteco .... me olvidé del nombre... tiene sietepalabras y está completo. "Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí".

Tus relatos parecen más bien fragmentos de novelas, principios de novelas o de relatos largos. Uno se da cuenta de que allí hay muchísimo más y que la autora se cansó o se asustó, y lo dejó así. Además uno quiere seguir leyendo porque es divertido y placentero.



Mi comentario:
También me llamó la atención que pidieras que explicara más lo que es un chat, ya que decís que mucha gente no lo sabe. ¿Vos explicás cuando vas a hacer una llamada telefónica? porque si estás hablando de algo común, no podés explicar mucho. ¿O es necesario? ¿Y cómo sé si el chat es algo común o no para el lector?

De Jorge:
El teléfono se popularizó mucho antes de que yo naciera. El chat no se popularizó tanto y quizás no se popularice nunca, ya que el mail lo suplanta con creces, según mi punto de vista. Por otra parte, es probable que esté más generalizado en USA y en lugares específicos como las universidades, ya que en la mayor parte del mundo los usuarios comunes y corrientes tienen que pagar tarifas bastante altas. El chat es como llamar por larga distancia. Si no tenés acceso a una línea gratis, sale muy caro.
Pero además se pierde mucho tiempo bobeando. Hay gente que tiene que trabajar. En fin. Es este tipo de razones que me hace pensar en que conviene explicar un poco el chat. Tal vez estas razones no sean válidas dentro de cincuenta años, e incluso provoquen risa. Todo el mundo en el chat. En fin.

Besos, Jorge.

Consigna 9 - un viaje en avión

Consigna 9)

Faltaban apenas tres minutos para la salida del ómnibus, ése que lleva al avión, atravesando un aeropuerto apestando a gasolina, lleno de gente ansiosa, todos parados, cargando bultos y apurados por subir y bajar pronto como si el ómnibus o el avión se fueran a ir sin ellos, y yo viéndome arrastrada por la misma ansiedad, cuando veo que llega corriendo una señora arrastrando a una niñita, medio en brazos, medio colgando y ya lo supe. Siempre me pasa. El síndrome de la mujer que viaja sola en avión. Si hay niños, me tienen que tocar al lado. Es mi destino por no tener instinto maternal. Al que no quiere sopa, varios niños ajenos.

Ya ni me molesté en pensar. Subí al avión, me senté en mi pasillo, ése que trato de conseguir para poder ir al baño cada 10 minutos, y le hice sitio a la señora para que pasara con su niñita y se plantaran a mi lado. Por supuesto, la niñita fue incrustada en el asiento al lado mío y la señora del otro lado, aunque podría haberlo hecho al revés, pero no, ya se sabía. Resignación total. Del otro lado de la señora había un chico de unos 10 años, que claro, también era hijo de ella. La madre era bastante joven y la nena, debo confesarlo, me encantó. Rubiecita angelical, de esas que son tímidas durante los primeros 10 minutos. Tal vez, si me callo y no le hablo no se me va a pegotear, pero no pude evitar una sonrisita y en ese momento supe que había cometido el error fatal. 11 horas de vuelo, con una dulce niñita a mi lado. Mal prospecto.

El avión empezó como en todo viaje, a quedarse en la pista. Una hora, una hora y media. Ni siquiera nos sacó a pasear por el aeropuerto. No, parado, quieto, con la gente sudando, sin abrir los agujeros del aire porque era respirar gasolina en su estado más puro, con los gritos del eterno grupo de muchachones, más asustados que los demás pasajeros, pero por supuesto haciendo chistes acerca de la futura caída en el Amazonas, para disimular. Los que viajaban por negocios aguantando la molestia, con las narices en los diarios leyendo los precios de la bolsa. Yo, yendo al baño cada diez minutos, porque eso es lo natural. Deshidratación total, aún antes de partir.

Ruido, movimiento del avión hacia atrás, aplausos de la gente. E pur si muove! Las azafatas parecían algo serias, como no muy conformes, después de haber trajinado algo más de lo normal.
La subida fue como siempre, con el estómago quedándose aún en la terminal y el resto del cuerpo ya a 30.000 pies de altura. Mientras tanto, hay que aguantar la explicación consabida de cómo flotar en el océano agarrándose del almohadón del asiento, o soplando salvavidas imaginados, suponiendo que alguna vez llegáramos vivos al agua, después de una veloz caída del avión.

Pero las voces no terminaron ahi. Las propias azafatas nos hicieron escuchar más anuncios, primero en inglés, después en un extraño castellano de una inglesa que seguro lo aprendió de una puertorriqueña. No parecía grave, sólo molesto. No íbamos a tener agua en todo el vuelo. La bomba de agua no funcionaba, pero no había problema, el vuelo se desarrollaría normalmente, con comida pero sin agua. Que no nos preocupáramos, que habían traído una enorme cantidad de botellitas de agua envasada y eso alcanzaría para la sed de la población. Mi terror al ir al baño fue que ese líquido azul de los waters fuera agua, pero no lo era. Uf. Mientras eso funcionara, nada malo podría suceder.

Llegó la comida, la bebida – pedí agua, claro, y me trajeron una botellita - todo en orden. Y empezó la larga noche. Como de costumbre no puedo dormir, pero la niña me mantuvo bastante entretenida, preguntándome con las pocas palabras que sabía, qué eran esas escenas en la cama de la eterna película que estaban pasando en los televisores colgados.

El pequeño problema se empezó a notar cuando alguien pidió café. "No", le dijeron, "ni café ni té. Recuerden que no hay agua". Como yo no tomo café en los aviones, porque no necesito más diuréticos, decidí que se jorobaran, que ya que tampoco permitían fumar, el no tomar café de noche no los empeoraría. Ahí me di cuenta que después de pasar esa noche, nadie podría lavarse las manos ni la cara, ni los ojos lagañosos, pero no importaba, eso igual era para todos. Claro, empecé a usar papel para abrir la puerta del baño, ya que era obvio que todos los usuarios salían sin haberse lavado ni la punta de los dedos.

Fue muy lindo cuando llegó lo esperado. Mi dulce niñita se sentía mal. "Mamá, quiero vomitar", fueron las alegres palabras. Agarré la bolsita que estaba en el bolsillo frente a mi asiento y se la encasqueté antes que la mamá pudiera siquiera reaccionar. "Gracias, gracias", madre agradecida, limpiándole la boca a la niña con un papel seco, porque recuerden, no había agua. Pero a la niña al ratito le vino ese vómito desprevenido, aunque yo me lo esperaba. Estúpidamente pensé que lo tenía bajo control. No llegué a tiempo con la bolsita mientras la madre estaba paralizada por el terror. Saltó el chorro, derecho a mis pantalones. Con ese olor ácido que todos conocemos tan bien. No importa, las azafatas tendrán algo para limpiarlo, pensé.

Vinieron muy solícitas con el carrito de bebidas que traían empujando. En mi mejor inglés y sonriendo, les pedí algo para limpiarme. Me dieron unas servilletitas. "No", dije, "necesito un poco de agua". Una azafata, seria, preguntó: “y bueno, para limpiarse, ¿Ud.prefiere Coca Cola o jugo de naranja? Es todo lo líquido que me queda, además de las bebidas alcohólicas, pero no le recomiendo limpiarse con alcohol”. La miré esperando otro mal chiste, pero no.  Ah, los pasajeros ya habían terminado toda el agua embotellada. Las miré con sorpresa. "¿Y qué quieren que haga con esto?" pregunté. Se miraron. "Y, yo qué sé", dijeron. "Agua no hay". "Pero me tengo que limpiar o ese olor se va a impregnar en los asientos y desparramar y todos vamos a estar vomitando en menos de diez minutos". .. Miré a la niña que parecía sentirse mejor. Mis pantalones stretch estaban húmedos y malolientes. “Jugo de naranja”, dije suspirando. Total, la acidez no empeoraría.

Consigna 8 - depresiva

Tarea 8)
(No recuerdo el tema original, ni tengo respuesta de JorgeMario. ¿Esto lo escribí en 1999?. Podría haberme dado cuenta que estaba en el pozo depresivo más absoluto)

Sentada al escritorio, tratando de agarrar fuerza para escribir un examen, el último previo al doctorado, igual a aquél de hace 10 años, después de la tesis del máster, después de haber tomado las 27 materias correspondientes y con los mismos retorcimientos y dudas sobre el para qué y que soy una inútil, que ni puedo terminar algo que no es difícil, pero que retuve a toda mi flia. acá por esto y quién sabe si hice lo que debía.

¿Volver a Uruguay? a ver a los amigos, que ya no son los mismos, que están casados con gentes extrañas, que tienen sus vidas resueltas sin mi protección, que hace diez años que no los veo, que la gente del Zhitlovsky son mi pasado pero no mi presente, los triunfadores en carreras tipo Ciencias Económicas, o los que se dedicaron a la política, los que por un lado me dicen que vuelva porque es lo que ‘se debe’ y por otro las críticas de haberme ido a los EEUU, ni más ni menos, no a Angola ni a Cuba, sino al feroz lugar donde estoy…

Y hay más amigos a quienes realmente quiero, pero y ¿si no me quieren tanto a mí? Tienen sus vidas que hicieron sin mí. Muchos son amigos de mi marido y así, de lejos, me quieren, pero en cuanto me conozcan, me conozcan de verdad, se terminó la nena que se tuvo que ir y ahora vuelve sin nada, sin triunfos, colgada de un marido que tiene una vida, pero ella no tiene nada más que dos hijos que no quieren estar allá.

Que mi marido, no se si realmente, realmente, quiere volver a Uruguay, aunque por un lado, sí, dice que siente que hay que ir/volver, que hay que enseñarle a los que no pudieron irse y a los jóvenes, lo que él pudo aprender aquí, pero lo veo, con becas ya anunciadas, tomándose el primer avión para donde sea - porque aclaró que no piensa vivir sin viajar a laboratorios interesantes - y yo, quedándome con los hijos allá, sabiendo que desde ahí no voy a poder ni trabajar en lo que me interese, ni conseguir los libros para poder hacerlo por mi cuenta, ni hacerlo aunque los consiguiera.

Pero los hijos, que por ahora tienen 9 y 11 años, o sea que de volver hay que hacerlo ahora, pero ¿y si recuerdan su infancia por los EEUU como lo mejor del mundo?, en un país donde todo era fácil y ellos no tenían responsabilidades, y ya los puedo ver: se van a levantar y venirse traídos por el recuerdo y la imaginación. Y yo envejeciendo allí, sin poderlos ver muy a menudo, porque sin plata no hay visitas, rodeada de familia que se va muriendo y de otra familia de la siguiente generación a la que no conozco, ni ellos me conocen a mí, más que como la tía vieja que siempre hace y dice estupideces, se va, vuelve, y espera que la acepten como parte de ellos, pero ¿qué nos dio?

Nada interesante, solo una mujer llena de recuerdos y de lo que pude haber sido si me hubiera quedado y escucho el Uf! de esos sobrinos nietos, otra vez la tía hablando de EEUU y de lo genial que era y todo lo que hubiera hecho si se hubiera quedado. ¿Y si se quedaba? ¿Y si no hubiera hecho nada? ¿Y si diez años después estaba en el mismo escritorio, todavía con la esperanza de hacer lo que nunca hizo, o hizo pero todavía no le resulta suficiente y vive así, con las dudas de vieja insoportable, ya sin los hijos en la casa y con un marido dulce pero sin barra de amigos, ni parientes cercanos, ni carrera, ni otra realidad que el escritorio y el mismo examen que no puede concretar ?

Consigna 7 - por mi cuenta, la muerte de Jim.

Sucedió lo que ya puse en un post acerca de la muerte de Jim McCawley. Esa no fue la consigna, pero fue lo que sucedió en esa semana, por lo tanto decidí mandarle lo único que había escrito y sentido.
Jorge lo apreció mucho y no tuvo problemas en decírmelo. (Su reacción fue la que agregué al final del relato de la muerte).
Él quería que todos sus amigos fuéramos 'autores' y consideraba la publicación de relatos (o lo que fueran) como la mejor terapia del mundo.

Poco después me escribió esto:

De Jorge
7-5-99
Deberías averiguar por qué te sentís culpable y necesitás discuparte cuando
hacés una cosa maravillosa como ésta. ¿Prohibición de mostrar sentimientos,
prohibición de ser artista? Pero no te preocupes: a toda la gente que viene
al taller le pasa lo mismo, incluso después de un año o dos; vienen
suspirando, diciendo "esto no lo puedo leer (en voz alta, que es lo que
hacemos en el taller), es una mierda", y a menudo son cosas espléndidas.

Bueno.
Besos, Jorge.

Consigna 6. Un sueño, en dos versiones de diferente largo

Lo que escribí eran tan bobo que ni sé si incluirlo. Eso lo dice todo. Ni tema ni estilo...pero...
Consigna 6) Relatar un sueño.

1a versión.
Soñé que compraba la casa de mis sueños, en una colina, con vista al mar, pero cuando nos mudábamos, la casa no era lo que yo esperaba. Era más bien un apartamento, y las ventanas daban a un patio que a pesar de ser nuestro, tenía ventanas de otros que también daban allí. El mar era un charco lleno de algo negro grasiento flotando y había que cruzarlo a nado para llegar a un lugar donde parecía haber gente divirtiéndose en una especie de piscina limpia en medio del fangal. No me animaba a entrar allí y mi familia no parecía muy feliz.

2a versión.
No sé por qué decidí comprar un lugar para vivir sin visitar el sitio primero. Había algo que me decía que esa era la casa ideal, en un barrio precioso, en una colinita verde con vista al mar, con una playa que quedaba ahí, a pocos pasos. Pensar en vivir cerca de una bahía de agua de mar, limpio, al lado de casa, nadar cuando quisiera, tener a mis hijos en la playa cerca de casa, ver a mi marido nadando sabiendo que lo hace sentir bien, tener un ómnibus atrás, que nos llevaba derecho a nuestros lugares de trabajo y estudio, estar en una planta baja con patio propio, tal vez con árboles, flores, y quién sabe si unos tomates, todo eso me convenció que la elección sería buena. Nunca me animo a hacer nada sin analizar los pro y los contra – sobre todo los contra – demasiado, de modo que esta vez me largué, para demostrarme a mí y a los demás que puedo ser arriesgada y que se puede tener intuiciones sobre la vida y no equivocarse.
Gran error. Pareció raro desde el minuto que llegamos con el camión de muebles y todos nosotros en él. No parecía muy habitado, salvo por un vecino oficioso que nos recibió alegrándose por tener con quien tomar mate, según dijo. No somos muy aficionados al mate y eso nos preocupó. ¿Por qué ese buen señor en camiseta no tenía con quien tomar mate? ¿Nos estaría esperando?

La entrada a la casa no era como la de una casa común. Se entraba a un hall tipo apartamento, y había que tomar un ascensor. ¿Ascensor para ir a una planta baja? El señor nos aseguró que sí, que ese era el camino.
La casa en sí no era tan mala. Extraña distribución, eso lo admito. No se sabía qué eran las habitaciones, y no parecía haber diferencias entre dormitorios y comedor. Decidimos esperar y ver cómo funcionaban las entradas a las piezas, las ventanas a ese patio que no era tan íntimo como yo había prometido, ya que el señor en camiseta estaba es un balcón de un primer piso, saludándonos, mirando directamente hacia adentro de lo que parecía que iba a ser nuestro dormitorio.
Para despejarme, me fui hasta la playita que se encontraba en el interior de la bahía, a menos de media cuadra de la casa. El agua parecía azul y calma desde lejos. Al acercarme, me aterroricé. No era azul, sino de una negrura espesa, aceitosa, con pescados muertos en la orilla. Claramente no era posible nadar allí. Empecé a sentir miedo. Un miedo real, porque el error había sido todo mío. Los traje, sin pensar en que ese sería el lugar donde tendrían que vivir, que crecer, que buscar amigos. ¿Amigos? No parecía haber nadie. Pero se escuchaban voces. Parecían venir del mar. ¿Pero quién iría al centro del mar y en qué? No se veían barcos, pero a lo lejos logré distinguir gente zambulléndose, gritando, cantando.
¿Habría algo que yo no lograba entender? Un lugar en medio del océano, que podría atraer gente?

3a versión. (no existe, no sé por qué)


De Jorge:
7-5-99

¡Te estas convirtiendo en una narradora! Este relato es *muy* atractivo. Espero que lo sigas (no te preocupes mucho por la línea argumental; mantené el clima). (Yo pretendía mucho menos, pero conseguiste exactamente lo que yo quería, es decir, transmitirme lo que imagino que sería tu sentimiento durante el sueño, al menos en una parte del sueño).

(Extrañamente, al leer algunos pasajes, me resuena en la mente la voz de Flora, más que la tuya). (Me refiero a la voz física, no al estilo) (aunque también hay algo del estilo Flora).


Extraoficialmente: ¿por qué carajos nunca me mandás las continuaciones de tus textos truncados? No creo que los dejes ahí.

Saludos, JMVL
jvarlott@adinet.com.uy


De Elisa:
Lamentablemente, sí, los dejo ahí.

Consigna 5. Otro relato detallado y el 'yo' de Jorge

Consigna 5)

Por fin llegué a casa. Ahora estoy buscando las llaves enganchadas en la mochila para abrir la puerta del apto., porque la última parte de las escaleras al tercer piso sin ascensor fue una tortura. Me vengo meando encima. Así, de esa manera incontenible, que pasa pocas veces, pero que siempre empieza en un viaje en ómnibus después de haber tomado un té en un boliche del centro. Pongo la llave en la cerradura, pero siempre hay que agitarla hasta que le emboca. Tironeo de la puerta con la mano izquierda para llegar al lugarcito correcto y giro con la mano derecha a contrarreloj. Ya está, saco la llave, empujo y la puerta está abierta, por lo que entro tirando la mochila y las llaves al piso mientras pateo con el pie izquierdo la puerta para que se cierre detrás mío y marcho derechito al baño que no entiendo por qué los idiotas no los construyen a la europea, al lado de la puerta de entrada.

Como de costumbre tropiezo con la gata, que viene a buscar mimos y se escapa corriendo ante mi rapidez y gruñidos. Ay, la campera, que me dificulta los movimientos aunque está desabrochada y encima se me puede mojar si no me la saco. De un sacudón, la campera también resbala al piso, mientras sigo sin preocuparme ni de sacarme los zapatos y ya limpiaré el barro nevoso más tarde. Doblo del pasillo a la izquierda y la puerta a 45 grados del baño salvador está ahí; logro acordarme y subir el escaloncito sin romperme las narices y doblo ferozmente a la derecha. Al fin llego, de frente al water. Como siempre, giro los 180 grados necesarios para ponerme de espaldas al tal invento.

Maldición, los vaqueros. Otros idiotas inventaron esto para las mujeres. Por qué no tendrán elástico en la cintura? Me desabrocho la hebilla del cinturón tironeando con la mano derecha más allá de lo necesario, aunque duela, sintiendo esa hinchazón de vejiga tan conocida, de cuando está a punto de explotar. No puedo ni apurarme ni ir despacio, que no sé qué me hace sentir peor. El cinturón está desabrochado, me sostengo el pantalón con la mano izquierda, no por temor a que se me caiga sino para facilitar las operaciones necesarias subsiguientes: el botón me hace doler los dedos pero está libre del ojal, el cierre baja fácil si ahueco las piernas en la posición deseada, y ahora a pelear con los otros enemigos invernales de las mujeres: las medias can-can y las bombachas, que si logro pegar un buen tirón bajan juntas, aunque algo siempre se me tranca en una pierna y eso es una chanchada porque me hace perder un tiempo brutal.

Pero al fin todo va camino al suelo, a ese mismo suelo donde el zamorano con el que estamos escribiendo un trabajo sobre diptongos, por lo que siempre viene a casa, deja caer sus últimas gotas de meada, que parece que nadie le enseñó. Ya me puedo sentar saboreando el momento, pero tengo que hacer una última fuercita. Siempre me pasa cuando llego tan apurada. Me relajo y empieza a salir ese pichí calentito, calmante, aun con la vejiga dolorida, pero ya con la salvación cercana, con la respiración volviendo a lo normal, o al menos a sentir que puedo respirar sin dolor. Cae en un recorrido extraño, me recorre parte de la pierna, y oigo ese ruidito que tanta gracia me hace cuando lo escucho en los bares cuando viene del cuartito de al lado, pero que suena a Handel en estos momentos. Me acomodo lo mejor que puedo, ya que a las petisas la altura del batercló no nos favorece, pero ahora se siente como un trono real.

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7-5-99
Perfecto! He podido seguirte y verte en tan dramáticas circunstancias.
Muy satisfactorio, como diría Nero Wolfe.


Cariños, JMVL


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At 14:43 27/05/99 -0700, you wrote (no tengo el original, pero lo recuerdo vagamente.
¿Y por qué decís que los personajes deciden?) ¿¿¿¿Tengo que dejar que se me escriba solo????

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De Jorge:


Exactamente. Es muy, muy, muy difícil escribir desde el yo. El yo más bien debe ejercer una sutil y disimulada vigilancia para cuando el otro se divaga demasiado, aunque a veces hay que dejarlo que se divague demasiado y ver hasta dónde llega.


Besos, JMVL
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En el 2000, me volvió a aparecer lo molesto de 'tener que escribir' tan detalladamente y lo volví a consultar con Jorge.

At 00:10 18/05/2000 -0500, Elisa wrote:
>Mmm, eso fue lo que pensé con el trabajo aquel de redactar algo insoportablemente detallista. Ese que decís que la gente suele odiar. Yo, al menos. Y sentí que lo escribía así. Que vos me hacías escribir así, digo. Por eso comenté que le enseñaste bien (a X). Sentí que no podía hacer aparecer mi personalidad.

De Jorge:
Creo que ninguno de los alumnos del taller virtual ha entendido ni entiende lo que no me canso (o sí, me canso) de repetir: que los ejercicios no son reglas de escritura, sino un medio de conectarse con la imaginación. Que no hay que escribir así, al menos no obligatoriamente, cuando se hace literatura. Que los ejercicios son ejercicios y nada más, y que no sólo sirven para después aplicar lo adquirido (o sea: contacto con la imaginación) a la literatura, sino a cualquier actividad, artística o no, que requiera imaginación. Es cierto que algún ejercicio pide un exagerado detalle, pero si seguís avanzando en el curso verás que después aparece una ilimitada libertad para escribir, y que a esa altura tendrás una imaginación más accesible y un estilo personal más desarrollado y maduro.


:-q


(este emoticón te saca la lengua).

De Elisa:
At 17:18 18/05/2000 -0500, you wrote:
 ¿cómo se sigue avanzando en el curso virtual? si desaparecieron los ejercicios...

De Jorge:


La que desapareciste fuiste vos, me parece, cuando se te hizo bolsa la computadora.
Hay dos formas de avanzar: una, repitiendo el mismo curso a un nivel de exigencia mayor (desarrollos más largos, etc.), otra, empezando un nuevo curso con consignas distintas, más avanzadas.
También podés repetir el primer curso al mismo nivel, ya que no hace mal, instruye y divierte, y por otra parte algunas cosas te costaron, como las que generaron tu crítica.


J.


>b) :-p, que así saca la lengua para abajo que :-q se relame los
>bigotes hacia la izquierda y :-d hacia la derecha.
>
>:-b
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Consigna 4. Relato detallado y aburrido, con claras explicación de Jorge y sus razones.

Maoeición! oas uñaw ya ewtán eemawiaeo oargas! Al ver esto en la pantalla, tomé la decisión. Me di cuenta de la tragedia y procedí a una tarea detectivesca. No fue difícil. Lo que descubrí fue que las letras que aparecieron eran las de la línea de arriba del teclado en lugar de las del medio. Las uñas, sí, evidentemente, demasiado largas. Llegó el momento de cortarlas. Esto es una tarea aburrida.

Primero que nada, ir al baño y buscar en el botiquín, del lado derecho, colgando de un clavito, el único cortauñas que sirve de algo. Después encontrar entre mis implementos, allá abajo, el afilauñas a pilas que uso desde hace añares. Empezar a pensar qué mesa usar, porque las de madera se rayan con el afilador ése. Aquí hay una de cármica. A sentarse, agarrar el cortauñas y decidir qué forma darles y cuanto quiero cortar.

Empiezo por las de la mano izquierda, que son las fáciles, corto la del pulgar en 4 tajeadas, desenvaino el afilador, lo prendo moviendo el botón hacia adelante y empiezo por un angulito, el del lado del dedo meñique, sostengo el aparato en el mismo lugar por unos segundos y lo muevo apenas tratando de acercarme al centro de la tal uña. Aguanto los bostezos y sigo, paso el centro, tuerzo el brazo derecho para acomodar afilador contra uña, sigo con esta gloriosa tarea, hasta llegar al ángulo opuesto.

Ahora para que no enganche, pongo el afilador horizontal, con la lima hacia arriba para limar la parte de abajo de lo que sobresale de la uña, lo giro 180 grados para corregir la de arriba,miro, respiro, me miro el resto de las manos y todavía me faltan nueve!
Apago el afilador, agarro el cortauñas...
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Respuesta de JorgeMario:
Muy bien, muchacha! Has comprendido la esencia del ejercicio.

Desde luego, serás consciente de que, probablemente llevada por la necesidad de *decir*, has puesto un pequeño prólogo al ejercicio propiamente dicho:

"maoeición! oas uñaw ya ewtán eemawiaeo oargas!
Llegó el momento de cortarlas. Lo se, las letras que aparecen son las de la línea de arriba en lugar de las del medio. Esto es una tarea de aburrimiento. Primero, ir al baño..."

El ejercicio propiamente dicho sería lo que sigue, en una acción que podría titularse "cortar y pulir una uña". (Si la acción pudiera titularse "Descubro que debo cortarme las uñas y lo hago", entonces lo que llamo prólogo está fuera del "timing"; lo que narrás ahí llevaría mucho más tiempo y caracteres desarrollarlo con el mismo "tempo" de lo que sigue).

"Empiezo con las de la mano izquierda, que son las fáciles, corto la del pulgar en 4 tajeadas, desenvaino el afilador, lo prendo moviendo el botoncito hacia adelante y empiezo por un angulito, el del lado del dedo meñique, sostengo el aparato en el mismo lugar por unos segundos y lo muevo apenas tratando de acercarme al centro de la tal uña. Aguanto los bostezos y sigo, paso el centro, tuerzo el brazo derecho para acomodar afilador contra uña, sigo con esta gloriosa tarea, hasta llegar al ángulo opuesto.

Ahora para que no enganche, pongo el afilador horizontal, con la lima hacia arriba para limar la parte de abajo, lo giro 180 grados para la de arriba, miro, respiro, me miro el resto de las manos y todavía me faltan nueve!"

La última oración también cae fuera de la consigna y busca darle coherencia al conjunto que incluye el prólogo.
Apago el afilador, agarro el cortauñas...
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¿Te animás a hacer dos o tres más similares? (No es indispensable, pero si te interesa y te divierte sería bueno que los hicieras, y me los enviaras).


Cariños, JMVL

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7-5-99 De Elisa a Jorge:
>¿Estás loco? Éste fue el ejercicio más aburrido que tuve que hacer en mi vida.

De Jorge:
Bueno, ése es el principal problema del taller literario, quiero decir del "real", que según veo se traslada, como no podría ser de otra manera, al virtual. En esta etapa se desenganchan algunos alumnos; otros la superan. Creo que es una cuestión de personalidad.

Según veo y deduzco de mis años de experiencia en estas cosas, el fenómeno es algo similar a la famosa "resistencia" que se da en las terapias. La cuestión está centrada en el rechazo que uno siente por ciertas partes de sí mismo, y cuando el ejercicio te impone formas un tanto estrictas de autoobservación, la cosa salta.

No es casual que el origen de la palabra "aburrimiento" sea el mismo de "aborrecimiento". "Me aburro" es equivalente a "me aborrezco". Ambas vienen del latín "ab horrere", tener horror.

Una alumna de taller, hace no muchos años, poco antes de escribir una maravillosa novela (después de no haber podido expresarse más que por medio de crípticos y minúsculos poemitas), tuvo un episodio de náuseas y vómitos y mareos, que aparecen muy bien descriptos en un relato que pergeñó como ejercicio. En la actualidad utiliza las consignas de mi taller en un país extranjero para extender su mal a pequeños círculos de amigos. Y casi todos los alumnos que después siguieron, y consiguieron conectarse con su artista interior y desarrollar un estilo personal, pasaron por la etapa de aburrimiento y rebelión.

No creas que tu ejercicio está mal. Te dije que estaba muy bien, y sólo te señalé lo que queda fuera del ejercicio, o sea el prólogo.

Yo diría que sigas intentando... con cautela, pero me parece que alguien como vos, con mucho mostrador en materia de terapia, no debe tener mucho drama para vencer el obstáculo.

Cariños, JMVL



jvarlott@adinet.com.uy

consigna 3. No tengo la pregunta, pero sí la respuesta

Consigna 3 (consistía en escribir algo detalladamente)

Maldigo la hora en que se me ocurrió hacerme la valiente y declarar que por supuesto puedo manejar mientras todos en el auto duermen. Volviendo de unas vacaciones de mierda explorando cuevas en Kentucky, donde todo lo que se come, incluso el pan, tiene que estar frito, cargamos el auto con las bolsas, el marido, la hija, el novio y yo, y después de unos recorridos históricos de rigor, llegamos a la autopista. El marido normalmente se niega a dejarme manejar, porque se pone más nervioso conmigo al volante que manejando él, pero se le veía agotado y sentía que se dormía. La hija, que suele ser de lo más animosa, se había pasado 7 horas en las cuevas, haciendo un famoso recorrido ‘imposible’, a oscuras, en el barro, y no estaba ni para estar despierta. El novio, no sabe manejar. Así que agarré el volante y puse rumbo a Chicago, procurando vencer esa eterna sensación de inestabilidad de la carretera. Siempre siento que se me va a abrir un pozo frente al auto y nos va a tragar, todo por culpa mía. Las manos ya estaban aferradas al volante como si éste se fuera a partir, los pies endurecidos en los pedales, la espalda contracturada procurando disimular el miedo con esa rigidez. Y el camión verde se pone detrás mío y no me lo puedo sacar de encima. Me acordé de esa película, no del nombre sino de la película en sí, aunque traté de creer que eso había sido Hollywood y no ese camión verde detrás mío. No sé si me quería pasar, pero seguro quería seguirme. Yo me iba a la derecha dejándole espacio, pero seguía, muy cerquita, demasiado cerca, pisándome los guardabarros, un camión verde, nuevo, reluciente, recién lavado por la lluvia, de 16 ruedas, de esos que a la velocidad de 75 millas por hora que llevábamos, no hubiera podido frenar en menos de una cuadra. Y yo sintiéndome responsable por mi familia, por la vida, chorreando sudor, tratando de ser fuerte, tratando de no sentir el dolor que me estaba agarrando el cuerpo. Y el pozo se estaba por abrir. En cualquier momento.


Muy bueno !!! Has enganchado con tu estilo personal.
(Extraoficialmente, me interesa saber cómo sigue la historia...)

Próximo jueves: consigna 4 (difícil, eh).

Cariños, JMVL


Acá sigue exigiéndome que escriba tanto como quiero. Por alguna razón, cuando él decía '500 palabras', yo no me quería pasar de eso. Pero él pretendía más... y no lo hice.

Consigna 2 - tres relatos con el mismo comienzo

Consigna 2)
Bajo la lluvia, un hombre con un paraguas cerrado ...

1) Bajo la lluvia, un hombre con un paraguas cerrado bajo el brazo se acercó a una señora que estaba cruzando la calle bajo su paraguas abierto. No pareció sorprendida cuando él dijo: - ¿Me podría ayudar a cruzar? Es que no quisiera mojarme la cabeza- Ella no contestó, ya que desde siempre había aprendido a no responder a los extraños y gracias a ello había llegado soltera a esa venerable edad en la que ya nada le preocupaba demasiado. Pero en su cara apareció un signo de interrogación. El hombre, rápidamente, aclaró que por supuesto su paraguas era para la suerte y servía sólo para evitar que la lluvia cayera, pero que nunca lo había podido abrir. Y ese día la suerte no lo había acompañado, pero ...

2) Bajo la lluvia, un hombre con un paraguas se acercó a la parada del ómnibus. Obsesivamente, comenzó a ensayar los movimientos necesarios para poder subir sin empaparse, como le sucedía siempre cuando llovía. Primero ponerse de costado, de espaldas al viento. Cerrar el paraguas en el instante de poner el primer pie en el escalón de abajo, dar un girito rápido, de 90 grados, enfilando el paraguas hacia adentro y tironeando con la otra mano, la que sostiene el portafolios, agarrarse del pasamanos, impulsándose al mismo tiempo hacia adelante, arriba y adentro. Después de eso, pagar el boleto, poniendo el paraguas punta abajo, cuestión de chorrearle los pies al guarda, que lo miraba con odio, sin que se notara ….

3) Bajo la lluvia, un hombre con un paraguas, elegantemente vestido, caminaba distraídamente por ese barrio arbolado, procurando evitar los eternos charquitos. Su mente estaba llena de cifras y cálculos, de como reinvertir esas enormes sumas de dinero que ganaba y que nunca lo habían hecho claramente feliz. Iba casi hablando solo, sin mirar lo reluciente de las hojas mojadas de los árboles, ni los techos de tejas brillando al agua, ni las pocas personas que venían en dirección opuesta a la suya, hasta que escuchó una voz femenina saliendo de la más hermosa chica que jamás conoció: -¡pero pedazo de imbécil, casi me saca un ojo con la punta de ese paraguas!

Respuesta de JorgeMario:
Muy bien los ejercicios, desde el punto de vista de la consigna. Desde un punto de vista narrativo, y también de la consigna, el segundo es el mejor. El primero es un poco confuso; convendría aclarar desde el principio que el paraguas del hombre estaba cerrado, etc.; hay como un exceso de economía de palabras --que es lo que lo hace un tanto confuso. El protagonista del tercero tiene un aire familiar... (personalmente detesto los finales efectistas).

Cariños, JMVL


Vuelvo a ser yo. Por supuesto, después de los comentarios, lo primero que cambié fue el asunto del paraguas cerrado de la parte 1) y eliminé ciertos datos del personaje al que me refiero en la versión 3).

2000 - Consigna 1 - Tres comienzos

Subject: taller literario- consigna 1

>Para esta consigna se pide que, a partir de cada una de las frases truncadas que se dan como disparador, el alumno escriba un relato muy breve (no más de 500 caracteres o unas 100 palabras en cada relato),


1) Me despertó el sonido del teléfono...

2 ) Las dos mujeres hablaban sin cesar; la de más edad, demasiado parecida de cara a la menor y claramente con aspecto de hermana mayor, gesticulaba de manera algo más exagerada que lo normal. Se veía como los transeúntes que justo pasaban al lado de ellas, atrapados por ese movimiento furibundo de brazos, ojos y bocas mezclados con las voces, enlentecían el ritmo de su caminata, estiraban los pescuezos para poder captar mejor algunas palabras y, enseguida, como avergonzados de lo que estaban haciendo, se alejaban de lo que parecía más un rito que un intercambio de información.

3)La primera vez que vi a María
,…

Muy bien, has cumplido con lo que se pedía.
(Personalmente, y extraoficialmente, me parece que el segundo es el que más le pega desde el punto de vista narrativo --pero este tipo de evaluaciones no son para esta etapa).
En mail aparte va la consigna 2.

Cariños, Mario.
PS: Me quedé con la duda: ¿dejaste de escribir ahí, o los cortaste para llenar los requisitos? (Se ve que tenías cuerda para mucho más).