Saturday, January 22, 2011

2001, a Wisconsin a ver la lluvia de meteoros.

11-8-01 en algún lugar de Wisconsin.
Para Jorge:

De nuestro fallido intento de ver la lluvia de meteoros de anoche.

Maldición gitana. Anoche la niebla no pudo ser más espesa porque no tuvo tiempo. Ni Manuel ni yo nos animábamos a salir, pero para no tener que ponernos plumas de gallina, como dijo el gallego, fuimos igual. Nos vestimos como para una noche polar, con doble pantalón, chaqueta de plumas, bolsa con comida, nylon para el piso, frazadas y almohadas, (éstas recomendadas porque mirar para arriba deja el cogote a la miseria), y a eso de las 10 de la noche, empezamos a rumbear para el norte, a ese lugar anunciado vía internet por el Planetario donde se iba a reunir todo el grupo de gente que quisiera ver el espectáculo celestial.

El primer problemita surgió apenas salimos. Eso no era niebla ya. Era mierda. Me aferré al volante como si fuera un manubrio y me paré para poder mirar mejor el camino. Manuel corría adelante con una tijera abriéndome paso entre la espesura. Demoramos algo más de dos horas, que era más o menos lo calculado. En las zonas sin luz, no se veía ni la autopista.

Y llegamos, siguiendo las instrucciones. Lo que los idiotas del planetario no se imaginaron es que cuando dije más arriba que se iba a reunir todo el que quisiera, fue cierto. Bah, no fue TODO el mundo, pero MEDIO mundo si. Cientos de autos. Y una pobre mujer a la entrada del camino a la chacra donde estaban los sabihondos, anunciando a todos los que iban llegando, que el lugar estaba ya repleto y que nos teníamos que quedar fuera, al costado del camino.

Considerando la situación y que todo el camino además de neblinoso estuvo nublado, y que ese lugar donde estábamos estaba apenitas más alto que los alrededores por lo que se veían algunas estrellas, la idea no pareció tan mala. La gente empezó a armar carpas, a sacar sofás, camas desplegables, en fin, muchos vinieron algo más equipados que nosotros. Y eran cientos de personas con el mismo objetivo, que era no perderse la lluvia de meteoros. Hasta parrillitas para asado traían.

Nos miramos y empezamos a caminar (a hacer ejercicio, diría el santo) por caminos vecinales sin luz hasta que me dio miedo a perdernos y volvimos al auto. Es que ni sabíamos por donde volver. No había luz por ser zona casi rural.
Y cada vez que me daban ganas de mear ahí nomás, ah, claro, ahí tenía que venir algún auto idiota con los faroles prendidos, por supuesto. Y bueno, confío en que hayan disfrutado...

Ya eran las 12 y pico de la noche y ya tendría que haber empezado el espectáculo, pero ni minga. Nos metimos en el auto, estiramos hacia atrás los respaldos de adelante (cosa que si alguien conoce los VW sabe que no es cosa de mover una palanquita ya que los alemanes lo consideran tema de alta seguridad y tenés que destornillarte vos moviendo lentamente un pesado aparato de tuercas), nos recostamos, nos tapamos, abrimos el sun roof dejando el vidrio cerrado y empezamos a ver estrellas, cosa inexistente en la ciudad de Chicago.

De vez en cuando aparecía algún meteoro chiquito, como desganado. De repente vimos uno genial. Cabeza, cola y hasta extremidades, si mirabas atentamente. Un lujo de bicho. Nos acomodamos esperando ver muchos, pero... Eran como las 2am y decidimos que ya que el espectáculo principal estaba anunciado de 3 a 5 am., nos íbamos a dormir una siestita hasta las 3 de la madrugada, lo que no era un problema porque yo nunca puedo dormir fuera de casa.

Antes de terminar de hablar, Manuel ya la quedó. Roncó como un ángel. Yo no dormí, o al menos, eso pensé. De repente me extrañé de no ver nada y le pregunté a Manuel que razón tuvo para haber cerrado el techo opaco del auto. Manuel contestó con un ronquido. Estiré un dedo hacia arriba y no era el techo, todo seguía abierto como desde el principio y esa cosa negra eran enormes nubarrones porque ya ni estrellas había. Una oscura madrugada. Los autos ya casi habían desaparecido y nosotros ni nos habíamos dado cuenta del paso de las horas (ni de los meteoros, naturalmente).

A eso de las 3:30 decidimos que habíamos demostrado que no somos gallinas y que ya bastaba, que eso era ridículo, que vimos 5 meteoros y eso tendría que ser suficiente, dimos vuelta y llegamos acá entre las 5:30 y las 6, cosa que para nuestra vejez no está mal. Caímos como piedras. Pena porque si el tiempo hubiera ayudado, seguro hubiera sido un espectáculo espléndido.

Ahora tengo que comprar de todo antes de mañana, que ya el miércoles llega Flora porque es el cumple de Gastón, y mañana llega el frío. Hasta ahora nos vinimos salvando.

Hasta la próxima aventura de dos viejos enclenques.
elisa

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De Jorge:
11-19-01
Juas! Una aventura delirante. Gracias por el relato...


Besos, Jorge.


PS: Tengo un brote psicótico, provocado por unos simuladores de flippers.Conseguí incluso aquel al que le dediqué un capítulo de Fauna. No se puede creer... Claro que bajé unos treinta más. Qué maravilla...

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