Friday, December 14, 2012

EEUU, amiga y huracán.

2012, huracán Jan


Tuve una segunda cirugía de hombro, y pensé pasar un par de semanas tirada, en pleno ataque de recuperación. ¿Qué pasa en esos casos? Aparecen viejos amigos que ya viven en otro país a pasar una semana en nuestro dormitorio de visitantes, una hija que viene a ayudar por un par de días, y una amiga que solía vivir a una cuadra de acá, pero por razones de trabajo se mudó a Brooklyn. Y de inmediato, vino el huracán Sandy.

Esa amiga iba a dormir acá enfrente, en la casa de su amiga del college y venir por aquí por un rato, en teoría para ayudarme por mi hombro operado y el brazo derecho encajonado. Lamentablemente, entró corriendo y de puro atropellada, se tiró encima de un pie una cosa pesada que cayó del freezer, se le hinchó, tuvo que ir a una emergencia y decidió quedarse entonces en casa por 4 días – huracán mediante con aeropuertos cerrados en la costa este y un desbarajuste total-, acampando en el living para no tener que subir la escalera al dormitorio de las visitas. Manuel le armó el sofá con almohadones de modo que la pierna le quedara levantada. Todo en orden.

Es de las que 'tocan'. Supongo que todos conocemos gente así.  Son tan amigos que llegan y sin preguntar, tocan todo lo que encuentran. Este es el país de los aparatos. En los tales aparatos hay ciclos, pero hay que tocar los botones correspondientes, en un cierto orden. Si no, la programación se va al cuerno y hay que rehacer todo.
Primero nos dejó sin teléfono por toda una tarde, porque lo usó y lo dejó en una mesa, sin apagar. Manuel trató de llamarnos muchas veces y se preocupó porque no había respuesta. Al otro día decidió apretar el botón de escuchar desde la pared, lo que provoca ciertas complicaciones, de modo que vuelta a desinstalar y reprogramar.

De ahí, pasó al televisor. Al carajo. No había manera de recuperar los canales favoritos, ni lograr que no aparecieran canales que nunca miramos. Y trancó el DVD, por apretar algo inconveniente, al mismo tiempo que otro botón. Insólito. Para eso hay que tener una habilidad muy peculiar.

Unos días después, decidió que quería lavarse la ropa y allí se fue a tocar los botones del lavarropas, tratando de conseguir (sin preguntarme) el lavado suave, para ropa fina. Nunca en la vida lo usé, por falta de ropa tan delicada como para merecer ese tratamiento.  Tuve que reprogramar todo dos veces (no soy ningún genio) para lograr que volviera a la normalidad.

Y encima, Manuel, pobre, volvía del trabajo y tenía que hacernos de comer a las dos y a sí mismo... y encargarse de todo.

Además a  mi amiga le gusta comer en el living, y se llevaba los platos, el café, todo, a los sillones. En su casa, tiene todo el derecho del mundo, pero en la mía, grrrrr.

A cada rato le tenía que decir que cerrara la heladera, que ese no es buen lugar para meditación. Me olvidé que en la casa de ella abren la heladera antes de preparar la comida y no la cierran hasta que no está todo pronto en la mesa. Cuando le dije que no hiciera eso, me dijo que ¡para qué la iba a cerrar si enseguida la tendría que abrir otra vez! Y no me creyó que la temperatura tenía que mantenerse fría, y que con esa puerta abierta estaba poniendo en peligro todo lo de adentro. Dijo que jamás le pasó nada, cosa totalmente razonable.

Bueno, al fin abrió LaGuardia, la pusimos en un taxi, y acaba de llamar por teléfono desde N.York, a decirme que pasó muy bien, que fue una linda vacación, que ella descansó mucho y que todo estaba fenómeno. Y terminó diciendo "me alegro que gracias a que los aeropuertos cerraron por el huracán, pude quedarme 4 días y ayudarte un poco". A Manuel casi le da un ataque. No entendió ese tipo de ayuda.

Pero, hete aquí que esas visitas apuraron mi recuperación, porque tuve que hacer cosas, pensar en comidas, poner toallas a disposición de los huéspedes, y la verdad es que aunque estemos lejos, tenemos amigos de carne y hueso que vienen a casa, familia que existe, y tengo la real suerte de no poder descansar después de una cirugía.

No comments:

Post a Comment