Friday, January 14, 2011

1996-97. Madison, Wisconsin, evitar crimen

Correo que le mandé a Jorge en setiembre de 1996:

Me llegó por error un diarito que debía ser para mi hijo, de la Universidad de Wisconsin en Madison con la bienvenida a su segundo año de college. Por supuesto, como se debe, la primera edición estaba dedicada al tema más importante: el crimen y como prevenirlo, con todas las recomendaciones del caso.

Una que me llamó la atención fue la recomendación a todas las mujeres que tienen la mala suerte de tener que andar solas, de cruzar la calle si ven que se acerca un hombre por la misma vereda. Muy sensato, me dije, y seguí leyendo. En el párrafo siguiente, venía otra recomendación, ésta dedicada a los hombres, sugiriendo que cuando vieran que una mujer se acerca, cruzaran la calle para no aterrorizarla.

La imagen me neurotizó. O es el perfecto invento de la ciudad del movimiento perpetuo, o todo se congelará. ¿Qué creés? ¿La gente pasará constantemente de vereda a vereda, sin lograr avanzar ni un centímetro, o todo el mundo terminara chocándose en el medio de la calle, frustrados por no poder cruzar para evitar a los extraños que se acercan? Hasta no recibir respuesta no podré dormir.

Respuesta de Jorge:
Realmente, yo tampoco soy capaz de resolver ese asunto, tanto que ni siquiera me parece que sea un problema (por aquello de que no tiene solución, escapando a la definición de problema). En esos casos me siento a la puerta de mi casa, para ver pasar el cadáver de mi enemigo. Pero no me quedo sentado mucho rato, porque a veces viene caminando en mi dirección una mujer sola, y para no asustarla me meto adentro de casa y espero a que se deje de oir el rumor de sus tacos; o peor aún, viene una pandilla de robustos gandules, y tambien me meto adentro. O sea que así no puedo ver tranquilo pasar el cadáver del enemigo o, si vamos al caso, ningún otro cadáver ni ninguna otra maldita cosa.
Desde mi punto de vista, las cosas son así: una mujer sola debe cruzar la calle si ve venir un hombre solo, o dos hombres solos, o tres o mas hombres solos; tambien debe cruzar si ve venir a una mujer, o a una pareja, o a cualquier formación imaginable, incluso un desfile patriótico.
Por su parte, un hombre solo, debe hacer lo mismo. Hasta ahí, todo es sencillo. Pero, que pasa cuando la mujer no está sola? ¿Cuántos hombres hacen falta que vengan hacia ella para cruzar a la vereda de enfrente? ¿Es una progresión lineal, o geométrica? Lo más triste es cuando AMBOS creen que deben cruzar a la vereda de enfrente. Yo iba el otro día por la calle y veo venir hacia mí una mujer sola; para no asustarla, comencé a cruzar a la vereda de enfrente pero ella inicio un movimiento similar en el mismo instante, y se ve que quedó con la idea de que yo estaba tratando de acorralarla, porque se detuvo y comenzo a caminar hacia atrás, sin quitarme los ojos de encima. Yo apresuré el paso, porque quería ponerme a una distancia desde la cual pudiera explicarle que no debía tener ningún temor, ya que no había nada más lejos de mi voluntad que hacerle daño, que solo quería hacerle un favor porque se la veía muy sola, y es sabido que esa clase de mujeres que andan solas por las calles no se detienen en remilgos, de modo que no veía ningún inconveniente para que uniéramos circunstancialmente nuestros destinos, pero la perdí de vista cuando por caminar de espaldas cayó adentro de uno de esos agujeros que hay en las calles, que tienen un nombre parecido al de tu esposo, al menos en inglés.

No comments:

Post a Comment