Monday, December 27, 2010

1985/86 - historias de familia

Cuentos del 86 (partes de una carta a mi amiga Rosa). Hablo de mis hijos.

Gastón tenía 8 años y Flora 6. Lo que recuerdo es que esto es básicamente literal. No le agregué ni saqué nada a la historia porque con la perfección no es necesario jugar.
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Hace unos días mire a los niños y entre grandes suspiros les dije, con el mismo tono con que mi madre me lo decía a mí: “¿Viviré para verlos crecer y casarse?¿ Cómo serán los maridos y esposas de Uds.?”, etc. (imagínense la pavera general del tema tratado), y veo que Gastón y Flora se miran y se van cuchicheando. Al minuto vuelven. Flora caminando adelante y Gastón 3 cm detrás de ella, haciéndose como el que no tiene nada que ver con la cosa. (Nunca entendí cómo no se hacen mierda contra el piso, con las piernas enredadas cuando caminan así).

Flora se acerca y también con aire de desentendida, pregunta: “¿Es ilegal para una hermana casarse con un hermano y para un hermano casarse con una hermana?” (nótese el asunto de ‘uno y una’ para confundirme y que yo no me diera cuenta de quiénes estaban hablando). Decidí contestar que ‘sí’ y que eso es definitivamente ilegal.

Pero Flora no se conforma e insiste: “Y si no se lo decimos a nadie,¿cómo van a saber que los novios son hermanos?”
–“Flooooora”, dije con voz de adulto, “¡a Uds. todo el mundo los conoce”!
“Ah”, -dice Flora- “querés decir que en la iglesia, con el carruaje esperando afuera (ella nunca fue a un casamiento. Temo que se va a llevar una gran desilusión algún día), toda la gente va a empezar a gritar: ¡“Esa es una hermana, ese es un hermano”! ¿y no los dejan casar?”

Ahí justo llegaba Manuel y ya no pudimos aguantar la risa. Él se descostilló imaginándose una iglesia llena de gente y los invitados furiosos, señalando con el dedo, acusándolos de cometer un acto ilegal. Ahora falta convencer a los niños que eso de que más vale malo conocido que bueno por conocer, no es siempre tan divertido como parece.

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